Relatos Iconográficos
Entrando a la morada eterna de Neferhotep
Con la llegada del 2000 entramos en la morada que Neferhotep obtuvo para la eternidad. Dos décadas más tarde, nuestras breves pero continuas campañas de trabajo en TT49 dan cuenta de los progresos realizados e invitan a reconocer a quienes nos brindaron su asistencia y nos honraron con su estima. Aiman se encuentra entre ellos y hace poco nos despidió.
Un año antes, durante sólo cuatro días, una egiptóloga argentina y una conservadora alemana habían llevado a cabo un inicial relevamiento del monumento. Pero fue el 8 de marzo del 2000 que entramos a la morada póstuma de Neferhotep para propiciar con nuestras acciones su vida eterna.
En la oficina del director completamos los trámites requeridos para iniciar los trabajos en TT49 y nos dirigimos al sitio, donde Aiman supervisó el retiro de las piedras que bloqueaban la entrada, controló el sello que la protegía y lo rompió, completó los informes que ese ritual requería y … nos abrió la puerta.
Comenzaba la investigación y conservación del monumento con la asistencia eficaz y el cordial acompañamiento de nuestro inspector.